lunes, 14 de abril de 2014

Niños independientes

Uno de los objetivos de los padres respecto a sus hijos es criar individuos que el día de mañana sean responsables y autónomos.  Estas cualidades no se desarrollan de un día para el otro.  Ensenar a ser independientes es un proceso que comienza desde que el niño nace.  Cuando facilitamos demasiado las tareas a nuestros hijos, estamos no solo perdiendo la oportunidad que nuestros niños aprendan a ser autónomos sino que además, estamos transmitiéndoles el mensaje que “dudamos” de su capacidad para realizar dicha tarea.  Ayudar a nuestros hijos a realizar una tarea que tienen dificultad es algo muy distinto a facilitarles el camino para que ellos no tengan que esforzarse.  Si sabemos que nuestros hijos pueden realizar una determinada tarea entonces no hay razón por la cual ellos no puedan hacerla por si mismos.  Al dejarlos resolver a ellos les estamos enseñando a autoabastecerse, por consiguiente, a sentirse capaces de resolver una tarea.  Esta capacidad que van viendo desarrollar dentro de ellos al ir pudiendo hacer las tareas es lo que va alimentando la  confianza en sí mismos.  A medida que los niños van sintiéndose con más confianza van animándose a realizar más tareas, inclusive aquellas que pueden parecer más difíciles.  Es la confianza la que los va estimulando a dar nuevos pasos, a animarse a entrar en terrenos menos familiares.   Los niños con mayor confianza en sí mismos son menos temerosos a los cambios, a lo nuevo, adaptándose más fácilmente a las transiciones.

Dejar a nuestros hijos que se sirvan solos la leche, que se vistan solos, que coman solos, que guarden los juguetes, muy probablemente va a significar que después los padres van a tener que limpiar la leche derramada, volver a vestirlos, limpiar la comida que ensuciaron y reordenar los juguetes.  De allí que muchos padres prefieren hacer las cosas ellos mismos en lugar de dejar hacérsela a sus hijos.  Si bien es cierto que si estas tareas las hacen los padres, muy posiblemente,  se harán más rápidamente y mejor, pero el costo es que estaremos generando dependencia.  De la misma forma que cuando dejamos hacer a nuestros hijos estimulamos un círculo virtuoso (dejar hacer desarrolla capacidad, capacidad genera confianza, confianza alimenta la autoestima), cuando hacemos cosas por ellos sabiendo que ellos las podrían hacer estimulamos un círculo vicioso: al hacer las cosas por ellos no desarrollan capacidad para poder hacerlas solos, la incapacidad genera desconfianza en ellos mismos, la desconfianza alimenta inseguridad.  Por consiguiente, para dejar de facilitarles las tareas a nuestros hijos hay que comenzar por a darles la oportunidad que hagan las cosas sin el apuro de terminar la tarea y sin la exigencia de realizarla eficazmente.  La urgencia y la eficacia en la ejecución de determinadas tareas son obstáculos para el aprendizaje de nuestros niños. 
Adicionalmente, resolver por nuestros hijos fomenta un concepto llamado falso sentido de los derechos.  Los niños que viven en un ambiente donde se les facilitan permanentemente las cosas, se los protege demasiado,  se los apaña,  o se les evita tener que luchar con dificultades del mundo real  van desarrollando una creencia que el mundo es como ese ambiente que han creado para ellos.  El problema con esta creencia es que cuando estos niños se van haciendo adultos, se convierten en hombres o mujeres que exigen.  Estos hombres o mujeres exigen a sus parejas o amigos que se les continúe resolviendo los problemas.  Estos hombres o mujeres han crecido pero no han madurado, siguen siendo niños con la creencia que el mundo tiene que seguir girando alrededor suyo.
Dejar hacer a los hijos, implica no solo tener que lidiar con el trabajo que es enseñar a hacer las tareas a los niños sino que además, es tener que lidiar con las emociones que este proceso despierta a los padres.  Muchos padres sienten frustración, enojo, cansancio cuando después de enseñarles cómo tienen que hacer una tarea, sus hijos la hacen mal, o no como se les pedía, o ensucian y rompen algo en el camino y el padre tiene que terminar haciéndola él mismo por completo.  El trabajo de ser padres puede ser frustrante.  En estos momentos, es importante no hacerlos sentir mal por la forma en la que hicieron la tarea.  Frases como “¿cómo es posible que tiraste toda el agua al piso o rompiste el plato o manchaste el pantalón nuevo?”, no solo inhiben al niño sino que no lo ayudan a realizar la tarea de otra forma la próxima vez.  Si queremos que los niños aprendan del proceso para que la próxima vez tengan más recursos para poder resolver la situación de forma distinta podemos decir: “Esteban, tiraste toda el agua al piso o rompiste el plato o manchaste el pantalón nuevo, ¿Qué te parece que podes hacer la próxima vez para evitar que esto suceda?” Este tipo de preguntas, obligan a los niños a ponerse en el problema y a pensar en una solución.  Cuando las propuestas nacen de los niños hay mayores chances que las incorporen y que las pongan en práctica alimentando su responsabilidad y autonomía. 

Entrevista sobre "Niños Independientes" en el programa televisivo Buenos Dias Nueva York por Telemundo 47


No hay comentarios.:

Publicar un comentario