¿Qué padre
no les ha dicho alguna vez una mentira a sus hijos? Esto de decirles alguna
mentira a nuestros hijos no es un tema nuevo, ni es un tema que sorprenda
demasiado. Esto no quiere decir que no sea un problema. Todo lo contrario. Mentir a nuestros hijos es un problema. Mentir no es una buena práctica. ¿Por qué es que muchos padres recurren a la
mentira? La gran mayoría de las veces, los padres mienten por sentirse
limitados, frustrados, asustados, ansiosos. La situación en la que los padres
se encuentran, por alguna razón, los estresa y no ven otra alternativa más que
recurrir a la mentira. Si comenzamos a
hacer el ejercicio de observarnos a nosotros mismos en aquellas situaciones en
las que hemos mentidos, es muy probable que nos demos cuenta que emocionalmente
no estábamos tranquilos o en paz con nosotros mismos. Al estar nerviosos o
preocupados por algo, se nos hace más difícil visualizar alternativas. De allí,
que mentir aparenta ser una solución. De hecho, muchas veces, soluciona el
problema del momento. Ahora bien, es una solución de muy corto plazo. Cuando
nuestros hijos descubren que lo que les dijimos es una mentira, comienzan a
sentir un desconcierto muy grande. Los
niños no logran entender el porqué de las mentiras de los padres y comienzan a
sentirse inseguros, dubitativos. De repente, descubren que lo que sus padres
dicen no siempre es verdad. Esta realidad, poco a poco los lleva a comenzar a
dudar de lo que sus padres dicen. La palabra de los padres se va debilitando y
por consiguiente su autoridad. No solo eso, sino que muchos niños hasta comienzan
a dudar de los adultos en general. Los niños así comienzan a vivir una realidad
donde la mentira es una posibilidad. Cuando la mentira puede ser una opción,
genera un contexto de incertidumbre e inestabilidad que poco a poco va
afectando al niño generándole inseguridad y temor. Adicionalmente, y lo que es
peor aún, la relación entre padres e hijos se va debilitando dado que la
confianza se ha ido manchando con mentiras.
Las
conocidas “mentiras piadosas” o “mentiras pequeñitas” son afirmaciones falsas
dichas con intención benevolente. Sin embargo, vuelvo a insistir: “por qué
necesita una persona decir una mentira piadosa y no puede decir la
verdad?” En general, la respuesta a estas preguntas es para evitar causar algún
dolor o daño a la otra persona. Esto quiere decir que la persona que está
diciendo esta “mentira piadosa” tiene como intención cuidar a la persona a la
que le miente. Si esta es su verdadera intención, entonces lo que debería hacer
es decirle la verdad y ayudarle, a posteriori a procesarla, ayudarle a que pueda
entenderla y asimilarla, acompañarlo en el dolor o incomodidad que esta verdad
pueda causarle. Muchas veces, quienes dicen mentiras piadosas intentan evitar
justamente este proceso que viene a posteriori.
Adicionalmente,
los padres que mienten, al hacerlo, se están ubicando en un lugar de
imposibilidad de lidiar con la verdad, por consiguiente, de debilidad. Esta
posición de debilidad en la que se sitúa el padre se transmite, indirecta o
directamente, a sus hijos. De allí, que
tenemos que decir la verdad. Si es difícil o creemos que puede doler, o simplemente, no sabemos cómo
hacerlo, el primer paso es ser conscientes de nuestra dificultad. Permitirnos
sentir la incomodidad de tener que decir una verdad. Aceptar nuestra
limitación. Tomarnos tiempo para darnos cuenta de cuanto nos molesta tener que
decir una verdad. Esta consciencia de
estar frente a una situación que no nos es confortable, nos sitúa en estado de alerta
preparándonos mejor para el desafío. El
paso siguiente será encontrar una forma y un momento adecuado para comunicar la
verdad sabiendo que puede significar atravesar un momento incómodo. Hablar con
la verdad nos da la tranquilidad de saber que estamos cultivando el fundamento esencial
de cualquier relación autentica: la honestidad.
Entrevista sobre "Las mentiras que decimos a nuestros hijos" en el programa televisivo Buenos Dias Nueva York por telemundo 47
No hay comentarios.:
Publicar un comentario