viernes, 11 de abril de 2014

Las mentiras que les decimos a nuestros hijos


¿Qué padre no les ha dicho alguna vez una mentira a sus hijos?  Esto de decirles alguna mentira a nuestros hijos no es un tema nuevo, ni es un tema que sorprenda demasiado.  Esto no quiere decir que no sea un problema.  Todo lo contrario.  Mentir a nuestros hijos es un problema.  Mentir no es una buena práctica.  ¿Por qué es que muchos padres recurren a la mentira?  La gran mayoría de las veces, los padres mienten por sentirse limitados, frustrados, asustados, ansiosos.  La situación en la que los padres se encuentran, por alguna razón, los estresa y no ven otra alternativa más que recurrir a la mentira.  Si comenzamos a hacer el ejercicio de observarnos a nosotros mismos en aquellas situaciones en las que hemos mentidos, es muy probable que nos demos cuenta que emocionalmente no estábamos tranquilos o en paz con nosotros mismos.  Al estar nerviosos o preocupados por algo, se nos hace más difícil visualizar alternativas.  De allí, que mentir aparenta ser una solución.  De hecho, muchas veces, soluciona el problema del momento.  Ahora bien, es una solución de muy corto plazo.  Cuando nuestros hijos descubren que lo que les dijimos es una mentira, comienzan a sentir un desconcierto muy grande.   Los niños no logran entender el porqué de las mentiras de los padres y comienzan a sentirse inseguros, dubitativos.  De repente, descubren que lo que sus padres dicen no siempre es verdad.  Esta realidad, poco a poco los lleva a comenzar a dudar de lo que sus padres dicen.  La palabra de los padres se va debilitando y por consiguiente su autoridad.  No solo eso, sino que muchos niños hasta comienzan a dudar de los adultos en general.  Los niños así comienzan a vivir una realidad donde la mentira es una posibilidad.  Cuando la mentira puede ser una opción, genera un contexto de incertidumbre e inestabilidad que poco a poco va afectando al niño generándole inseguridad y temor.  Adicionalmente, y lo que es peor aún, la relación entre padres e hijos se va debilitando dado que la confianza se ha ido manchando con mentiras. 
Las conocidas “mentiras piadosas” o “mentiras pequeñitas” son afirmaciones falsas dichas con intención benevolente. Sin embargo, vuelvo a insistir: “por qué necesita una persona decir una mentira piadosa y no puede decir la verdad?”  En general, la respuesta a estas preguntas es para evitar causar algún dolor o daño a la otra persona.  Esto quiere decir que la persona que está diciendo esta “mentira piadosa” tiene como intención cuidar a la persona a la que le miente.  Si esta es su verdadera intención, entonces lo que debería hacer es decirle la verdad y ayudarle, a posteriori a procesarla, ayudarle a que pueda entenderla y asimilarla, acompañarlo en el dolor o incomodidad que esta verdad pueda causarle. Muchas veces, quienes dicen mentiras piadosas intentan evitar justamente este proceso que viene a posteriori. 
Adicionalmente, los padres que mienten, al hacerlo, se están ubicando en un lugar de imposibilidad de lidiar con la verdad, por consiguiente, de debilidad.  Esta posición de debilidad en la que se sitúa el padre se transmite, indirecta o directamente, a sus hijos.  De allí, que tenemos que decir la verdad. Si es difícil o creemos que puede doler, o simplemente, no sabemos cómo hacerlo, el primer paso es ser conscientes de nuestra dificultad.  Permitirnos sentir la incomodidad de tener que decir una verdad.  Aceptar nuestra limitación.  Tomarnos tiempo para darnos cuenta de cuanto nos molesta tener que decir una verdad.  Esta consciencia de estar frente a una situación que no nos es confortable, nos sitúa en estado de alerta preparándonos mejor para el desafío.  El paso siguiente será encontrar una forma y un momento adecuado para comunicar la verdad sabiendo que puede significar atravesar un momento incómodo.  Hablar con la verdad nos da la tranquilidad de saber que estamos cultivando el fundamento esencial de cualquier relación autentica: la honestidad.



Entrevista sobre "Las mentiras que decimos a nuestros hijos" en el programa televisivo Buenos Dias Nueva York por telemundo 47

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