Hoy en día los
adolescentes tienen que vivir situaciones de mucha presión. Los colegios son
cada vez más exigentes dado que buscan tener ex-alumnos estudiando en las
mejores universidades. El ingreso a las universidades es sumamente competitivo.
De hecho, los adolescentes cada vez empiezan a prepararse antes para
rendir los exámenes de ingreso. A esto se suma la presión social que
viven los adolescentes donde el pertenecer a un grupo y destacarse son
valores sumamente buscados por ellos y esto genera una gran presión.
El adolescente esta en proceso de desarrollo, buscándose a si mismo, descubriendo sus capacidades, probando hasta donde puede, investigando que le gusta. Mientras el adolescente esta en este proceso de desarrollo tiene que cumplir con presiones y obtener resultados concretos que se les exige. El adolescente sigue siendo un niño en muchos aspectos teniendo que responder como adulto. El adolescente tiene que liderar con el mundo exterior de la forma que lo hacen los adultos pero sin contar todavía con los recursos emocionales y de maduración que los adultos tienen. Esta situación es sumamente estresante para estos jóvenes.
El estrés puede impactar no solo cuestiones físicas dado que se deteriora el sistema inmunológico sino también patrones de conducta. El adolescente si no toma medidas de cambio respecto al estrés que vive corre el riesgo de sistematizar patrones de conducta no saludables para enfrentar situaciones de presión. La adolescencia debería ser vivida como la oportunidad para aprender a manejarse en el mundo adulto real.
El adolescente esta en proceso de desarrollo, buscándose a si mismo, descubriendo sus capacidades, probando hasta donde puede, investigando que le gusta. Mientras el adolescente esta en este proceso de desarrollo tiene que cumplir con presiones y obtener resultados concretos que se les exige. El adolescente sigue siendo un niño en muchos aspectos teniendo que responder como adulto. El adolescente tiene que liderar con el mundo exterior de la forma que lo hacen los adultos pero sin contar todavía con los recursos emocionales y de maduración que los adultos tienen. Esta situación es sumamente estresante para estos jóvenes.
El estrés puede impactar no solo cuestiones físicas dado que se deteriora el sistema inmunológico sino también patrones de conducta. El adolescente si no toma medidas de cambio respecto al estrés que vive corre el riesgo de sistematizar patrones de conducta no saludables para enfrentar situaciones de presión. La adolescencia debería ser vivida como la oportunidad para aprender a manejarse en el mundo adulto real.
Los
padres deberían monitorear a sus hijos observando si ven signos que podrían
indicar que sus hijos tienen estrés. Primero, deberían observar su estado físico,
evaluar si están durmiendo y descansando lo suficiente, si están comiendo sano,
si tienen síntomas físicos (dolor de cabeza, estomago). Luego, observar su
calidad de vida, si tienen vida social y si tienen una vida activa. Por último,
observar su estado de ánimo, si los ven nerviosos, ansiosos, tristes.
Todos estos pueden ser signos indicativos que su hijo esta estresado.
Más allá de monitorear a los adolescentes, es importante el dialogo dado
que los padres pueden darse cuenta claramente si su hijo tiene estrés a través
de lo que comunican. Un adolescente con estrés va a hablar de sentirse
presionado, de no poder dormir, de no querer salir a ver a sus amigos, de estar
nervioso, con dolor de cabeza, etc.. Basta que prestemos atención a lo que
nuestros adolescentes dicen para darnos cuenta como se están sintiendo.
Los
padres pueden ayudar a los adolescentes empezando por facilitarles lograr una
agenda balanceada. Antes que nada, si los hijos adolescentes tienen una
agenda más ocupada que los padres, estamos frente a un problema a corregir. Tenemos que ayudarlos no solo con sus responsabilidades
sino también a encontrar momentos de diversión y disfrute. También ayudarlos a tener
una dieta saludable, descanso suficiente, vida activa y vida social. Por último,
los padres deberían ayudar a los adolescentes a transitar los momentos de
fracaso o decepciones. La forma en que los padres acompañen a los
adolescentes en estos momentos es clave.
Muchos adolescentes ante la adversidad tienden a tener pensamientos
negativos para consigo mismo como por ejemplo: "yo no sirvo, yo no puedo,
nada me sale, etc." Los padres tenemos que intervenir para evitar este tipo
de dialogo interno negativo. Tenemos que
evitar estas generalizaciones negativas tan típicas de muchos adolescentes,
algunas de las cuales tienen su origen en una exigencia desmedida de los padres. Los adolescentes van a vivir situaciones de
fracaso y, es allí, donde tenemos que ensenarles a enfrentar situaciones
adversas. La vida nos va a traer
situaciones adversas en algún momento, como padres, es nuestro rol preparar a
nuestros hijos para que puedan manejarlas con calma y no con estrés. Una situación
en la que los resultados obtenidos no fueron los deseados no es más que una oportunidad
para revisarla, evaluarla y determinar que se puedo haber hecho distinto. Estas situaciones difíciles tienen que servir
para que el adolescente salga fortalecido de dicha situación habiendo aprendido
una lección para el futuro y no debilitado, abatido e inseguro. Tenemos que
dejarles muy en claro a nuestros adolescentes que un fracaso no los vuelve
personas fracasados, que la perfección no existe y que la vida se trata de
recuperarse de las caídas y no de pretender nunca caerse.
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